Asociación Venezolana de Ciencia Ficción y Fantasía
El Encuentro
por Miguel Ángel González
Nackenor observaba cuidadosamente a su Maestro a medida que éste examinaba meticulosamente cada reliquia. Esos maravillosos objetos estaban más allá de la imaginación de un campesino común, grabados en un material que nunca hubiera visto con una habilidad casi inconcebible. Si no los estuviera viendo diría que era imposible crear algo así, pero ahí estaban, y ahí habían estado desde un tiempo más remoto que las mismas Memorias.
-¿Puedo tocarlos Maestro?
-Claro que puedes, pero con cuidado. Mucho cuidado. No quiero que caigan y se ensucien; tendría que limpiarlos otra vez y me tomó mucho tiempo quitarles todas las capas de polvo.
-Tengo miedo de poder romperlos...
-¡Jajajaja! No te preocupes, ¡son más duros que un huevo de halcón de Nagnor!
Como puedes ver, este parece un delicado cristal. Absolutamente transparente.
Sus manos presionaron fuertemente la superficie sin efecto alguno, después ante los ojos aterrados de Nackenor el Maestro intentó romper la pieza con todas las fuerzas de las que era capaz a su edad.
-¡MAESTRO, NO!
Pero el objeto, casi tan delgado como un pergamino, mantuvo su forma. El viejo sabio intentó entonces romperlo con un martillo de hueso pero el objeto seguía intacto. La superficie estaba impecable, sin una sola raya. Nackenor estaba atónito.
-Como puedes ver Nackenor, es dura como la roca. Pero este objeto tiene secretos más interesantes. Observa a través de él.
Nackenor hizo lo que su Maestro le ordenaba. No era absolutamente transparente como él creía. Aunque era claro como el cristal, la imagen estaba deformada recordándole una ocasión en que observó a escondidas a través de una gema sagrada en el templo de Lendor, su tierra natal. Pero a diferencia de la gema, al mirar a través de este objeto la imagen era extraordinariamente nítida. Al rato le entregó el "cristal" al Maestro, sintiéndose algo mareado.
-Me siento... mareado.
-Es normal, te recuperarás en unos segundos. -el Maestro espero a que Nackenor le indicara que estaba bien- Ahora mira el cristal cuando lo llevo a la luz.
El viejo trepó hábilmente las rocas de una pared hasta llegar a una ventana natural en la cueva. La luz solar caía sobre el "cristal", y éste de pronto se volvía opaco. Al poco tiempo era de un color negro oscuro.
-¿Que clase de magia es ésta?
-No lo se. Pero es increíble que aún funcione, miles de años después de que el mago haya muerto. He estado pensando en llevar estos objetos a Hautach, tal vez encuentre un Mago Maestro que me pueda decir algo al respecto.
-Pero...
-Pero entonces el rumor se extendería rapidamente, y todo el mundo sabría de este lugar. O al menos sospecharían. No tardarían mucho en encontrarlo. No puedo permitirlo, no todavía. La gente no está lista para esto; hay grandes poderes aquí y pronto serían encontrados si alguien con suficiente ambición y conocimiento viniera a buscarlos; este lugar podría desatar guerras entre los poderosos. Es la Ciudad Antigua más grande que he visto y todo el mundo busca lugares como éste; recuerda que apenas hemos comenzado.
-Entonces seguirá estudiando el lugar usted solo.
-No solo, contigo. Eres mi nuevo discípulo ahora, joven amigo. Te enseñaré todo lo que se, pero si quieres ser un Mago (y tal vez un Mago Maestro) debes obedecerme ante todo, prestar mucha atención y prometerme algo.
-¿Qué cosa, Maestro?
-Que en caso de que muera antes de lograr mi meta, debes continuar mi sueño. Debes descubrir los secretos de los Señores Antiguos, los verdaderos secretos. Le hice esa promesa hace mucho tiempo a mi Maestro cuando me convertí en su discípulo, y su sueño se convirtió en el mío. He pasado toda mi vida estudiando este lugar, como lo hiciera él. Yo no ví este lugar hasta que había avanzado mucho como su discípulo; te doy a tí la ventaja de conocerlo desde el comienzo porque creo que no tenemos tanto tiempo como él esperaba. Espero que no necesitemos demasiadas generaciones para descubrirlo todo... ¿Aceptas ser mi discipulo?
-Su sueño es ahora mío, Maestro.
"Siempre lo ha sido" penso. Después de todo, él no quería ser un Mago porque quisiera conocimiento; lo necesitaba. Soñaba con tener el poder, todo el mundo parecía más poderoso que él, pero si tuviera el poder de los Señores Antiguos sería el Gran Maestro. El conocimiento era poder. Por supuesto, había un problema: ¿qué haría con ese poder? No era ambicioso en realidad, no quería gobernar al mundo ni nada por el estilo, ese tipo de poder era una responsabilidad que no le agradaba. Como todo Doblert había sufrido bajo el yugo de los Gobernadores, y usar el poder de los Antiguos para convertirse en un emperador, ya fuera un tirano o un líder benévolo no era algo que le entusiasmara demasiado.
A Nackenor le fascinaba la idea de tener el Poder, no usarlo ni necesitarlo, sólo tenerlo sería ideal. Entonces surgió una idea en su mente: la sola posesión de ese poder sería su meta, protegerlo, guardarlo de que no cayera en las manos equivocadas... mantenerlo ante todo fuera del alcance de los Gobernadores. Le gustaba esa meta, ser una especie de guardián. Ese era su sueño desde el momento mismo en que su maestro lo había llamado a su servicio.
-Nackenor, hay algo más.
-¿Qué, Maestro?
-Ahora que eres oficialmente mi discípulo, puedo confiarte algunos secretos que no pude decirte cuando apenas eras mi aprendiz. Sabes que siempre se ha creído que los Señores Antiguos eran Magos de increible poder, quienes vivían casi exclusivamente de su magia. Por eso surgieron esos clanes radicales que intentan infructuosamente crear un modo de vida basado sólo en la magia.
-Sí, pero esta fuera de alcance... no somos Señores Antiguos. Generalmente los clanes se convierten en ladrones y mercenarios, o se dispersan y vuelven a una vida normal.
-Joven, está fuera de nuestro alcance porque es algo imposible. Nadie puede vivir sólo de la magia.
-Pero los Señores Antiguos sólo dejaron objetos magicos...
-He descubierto que los Señores Antiguos no eran sólo hábiles con la magia, sino que tambien con las máquinas.
-¡Maestro, todos los objetos Antiguos descubiertos son mágicos!
-De hecho Nackenor, he descubierto muchos objetos no-mágicos en esta Ciudad, y no sólo eso... muchos objetos que parecen mágicos son sólo artefactos muy complejos. De hecho, los objetos más interesantes parecen ser una fusión de magia y habilidad técnica. De hecho demuestran esa habilidad hasta en la más insignificante pieza.
-Eso podría ser considerado herejía. -a Nackenor no le gustaba como iba esto.
-La verdad siempre será herejia para los tiranos. Si quieres ser un verdadero Mago deberas aprender a ser hereje. Toma el "cristal".
Nackenor tomó el objeto con cuidado, tratando de no activar accidentalmente alguna magia inesperada, ya que infinitas sorpresas parecían surgir del misterioso objeto. El Mago registró en su equipaje y sacó otros objetos extraños que parecían de origen Antiguo. Tomó algo que parecía un delgado armazón y usando una herramienta Antigua extrajo una pequeña pieza del mismo. La pieza parecía un cilindro metálico, extremadamente pequeña, con marcas a su alrededor y uno de los extremos. Las marcas debían haber sido talladas por algun método mágico, porque ningún artesano podría grabar en un material tan duro con tal habilidad. Una mitad del armazón se separó, obviamente era sostenida por la pieza. El Mago insertó el "cristal" en el armazón y volvió a armarlo insertando la extraña pieza.
Estaba sorprendido por la complejidad del artefacto. Obviamente era mágico pero, como decía su Maestro, era un artefacto mecánico complejo también. ¿Cómo pudo su Maestro descubrir como funcionaba?
-Observa que hay espacio para otro "cristal", Nackenor, éste es un artefacto muy complejo que tiene como propósito sostener 2 de estos extraños "cristales". ¿Por qué querría alguien sostener estos "cristales mágicos" de esa forma? ¿Puedes responder a eso?
-No tengo idea, Maestro.
-Oh, vamos. ¡Si quieres ser un Mago debes aprender a especular, a usar tu imaginación para descubrir los secretos olvidados! Inténtalo, está bien si fallas al principio, es casi imposible comprenderlo todo sobre los Antiguos con tan pocos datos. Pero sólo la imaginación te permitirá ver aunque sea parte de la verdad. Con práctica, obtendrás más datos y conocimiento sobre los Antiguos y adquirirás el instinto. Con el tiempo serás más rápido y efectivo en tus especulaciones. Trata.
-Está bien... tal vez... si se sostienen los cristales de esa forma, esto indicaría que necesitan estar fijos sin ocupar las manos del Mago. Ya que obviamente el cristal posee grandes poderes mágicos, es posible que el Señor Antiguo que los creó los necesitara para deformar un hechizo en la misma forma en que se deforma la imagen... algunos hechizos podrían hacerlo reaccionar en la misma forma que la luz del sol, haciéndolo opaco; por lo que podría servir para bloquearlo, aunque es algo pequeño para ser un escudo. Probablemente era parte de un artefacto mágico mucho más grande y complejo. Si el Mago pretendía usarlo tendría que ser de noche, ya que de otra forma el sol oscurecería el cristal. ¿Serían entonces los Señores Antiguos nocturnos?
-Vaya, tienes una gran imaginación, Nackenor. Esa es una especulación bastante compleja... tu imaginación te puede llevar muy lejos en la vía correcta, pero también en la equivocada. Este fue el segundo caso, pero no te preocupes, no sabías lo suficiente. Olvide decirte que observaras por el cristal ahora que está opaco, ¿aún lo esta? Bien, mira a través de él... ¿ves? Aún es transparente, pero se ve como si hubiera menos luz; mira por el otro lado, verás que entonces si es opaco.
-Lamento haberme equivocado.
-¿Por qué? Demostraste que tenías las aptitudes que buscaba en un discípulo. Eres digno de ser mi sucesor. Es bueno que intentes resolver los detalles en tu mente, pero ten cuidado de no confiar demasiado en tus teorías porque siempre te faltará información. Debes estar dispuesto a reevaluar cada una de tus suposiciones y comenzar desde el principio si es necesario en lo que algo no encaje. Busca en mi equipaje, encontrarás una extraña calavera.
Nackenor hizo lo que su Maestro dijo, encontrando rápidamente lo que buscaba. Parecia una calavera Doblert, pero mucho mas grande, y parecía haber tenido sólo dos ojos.
-Ajá, es una gran calavera. Más grande que la de un Doblert, y tuvo sólo la mitad de nuestros ojos, sólo dos... pero bastante grandes, puedes ver que ocuparon más espacio que nuestros cuatro globos oculares. Esto era un Antiguo.
Nackenor empezó a temblar, pensando que había tocado con sus sucias manos la calavera de un Señor Antiguo. Luego la idea del sacrilegio de tener una calavera Antigua guardada como si fuera la de un animal no salía de su cabeza. Si se llegaba a saber lo torturarían y asesinarían cruelmente; la suerte de su Maestro estaba mas allá de su imaginación, pero seguramente sería mucho peor. Sin embargo, el viejo parecía bastante calmado.
-Oh, veo que estás algo perturbado. Tranquilízate, los Magos tenemos ciertas libertades que los campesinos no comprenderían. Calma... Nackenor... ¿me oyes?
Pero Nackenor no quería escuchar. El nunca había sido demasiado supersticioso, pero este viejo que él había considerado un sabio ahora parecía un loco que no dudaba en insultar los espíritus de los Antiguos. En un solo instante todas las supersticiones que había olvidado o rechazado volvían a invadir su mente. Una palabra se repetía constantemente... herejía... herejía. Su Maestro se había atrevido a insinuar que los Señores Antiguos no eran Magos. El sabía de los rumores de sus desafíos a la autoridad de otros Magos; desde que lo conocía había estado de acuerdo con sus comentarios sobre la corrupción de sus colegas y la tiranía de los Gobernadores, pero el viejo arriesgaba la vida de ambos exponiendo sus ideas en público. Ahora no sólo temía por su vida sino por su alma... los Antiguos no aceptarían la profanación de sus tumbas. Recordaba las historias aterradoras que le contara su padre cuando niño, sobre los castigos de los Antiguos a quienes les ofendieran. Recordaba la furia de su padre al saber que se haría aprendiz de un Mago, en particular de ese Mago. Recordaba cuando le dijo que, si encontraban su cuerpo, no iría al funeral de su cadáver maldito. Su padre abastecía de comida al Templo y era un gran amigo de los Magos de la zona... "¡ese viejo está maldito! Pocos saben lo que dicen de él en el Templo, pero te digo, ¡ese viejo esta maldito por su propia gente y por la furia de los Antiguos!"
Sólo quería volver a casa, volver a salvo a su vida ignorante y tranquila; seguir la tradición de sus padres y ser un campesino común y corriente... o seguir el consejo de su padre y hacerse aprendiz de un Mago de reputación del Templo en Lendor, que "seguramente te aceptará cuando yo se lo pida". Su padre fanfarroneaba mucho sobre su amistad con los Magos, pero tal vez hubiera tenido oportunidad... sólo quería huir y pedirle perdón a los Antiguos ante el altar en Lendor.
-¿Nackenor? ¿Me oyes? Deja de temblar...
Les haría un gran sacrificio en su honor, él no había tenido la culpa, ni siquiera sabía que la calavera era de un Antiguo... sólo quería...
Huyó corriendo de aquel loco que lo había llevado a su condenación, se alejó desesperadamente gritando y pidiendo perdón a los Antiguos en las viejas plegarias que le enseñara su madre, en las oraciones que escuchara recitar en el Templo a los Magos cuando se escondía a espiar. Corrió lo más rápido que pudo hasta que sus pulmones parecían estallar y se sentía ahogado en el aire subterráneo de las cuevas. Se sentó a descansar convencido de haber dejado atrás al viejo Mago, demasiado agotado y aterrorizado para preocuparse por el hecho de que se había adentrado en las cuevas y que estaba completamente perdido.
-¡NACKENOR! ¡VUELVE ACA! Maldito chico, debí saber que reaccionaría así. Quién sabe que le contarían esos imbéciles en Lendor que osan llamarse Magos. ¡NACKENOR! ¡VEN ACA DE INMEDIATO ANTES DE QUE TE PIERDAS! ¡Maldicion! ¡Ya volverá!
"Si los Señores Antiguos fueran tan poderosos, ¿estarian muertos?"
(13-09-1996)